Esta vez escribo como docente, como aquella profesora que extraña sentarse en el suelo a cantar con sus alumnos, como parte del nuevo grupo de profesionales que hoy salen al frente a ayudar a sostener el país; será duro, sí, y eso nadie lo duda.
Que no todos cuentan con los recursos tecnológicos y económicos y que habrá quienes no puedan acceder a la educación es cierto y muy doloroso, y quienes nos dedicamos a la docencia lo sufrimos con profundo pesar y confiamos que de alguna manera u otra se logre llegar a todos los rincones de la patria, queremos ser optimistas pese a todo.

Pero acertada o no, la decisión está tomada y ante el inminente inicio de clases y la incertidumbre de cuándo podamos volver a vernos, solo me resta pedirle que si usted tiene las facilidades de brindarle educación a sus hijos pues incentívenlos a aprender de otra manera, no le meta en la cabeza que así no va a aprender, “Que eso no sirve”; después de todo, ellos se llevan mucho mejor con la tecnología que nosotros; ayúdenos, todos estamos mutando; incluso usted que ya está rendido antes de empezar la batalla.

Durante mi camino en la docencia he oído muchas cosas como; “Señorita, es que yo no le tengo paciencia”, “Ni yo entiendo”, “Aish, yo mejor pago para que le enseñen porque yo lo mato”; amigos, si ustedes que son sus padres no les tienen paciencia ¿por qué los docentes sí debemos hacerlo?

Les respondo, se llama amor; amor a ellos, a sus ocurrencias; es amor a lo que hacemos; no porque “para eso nos pagan” porque el cariño que les profesamos, no tiene precio; porque escuchar los conflictos de un adolescente abusado o víctima de vicios, no es parte de la malla curricular, es amor, es empatía y eso damas y caballeros, no se pagan en el rol; hay que ser un poquito respetuosos con la labor que desempeñamos porque hay muchos que aún no empiezan y ya le temen a la tarea de enseñar.

Sugiero que no entremos en pánico ante la nueva modalidad de estudio, también nos ha costado aprender para poder estar a la altura y combatir esta ola que se nos viene encima; con el dolor de haber perdido a un ser amado, hijos enfermos, con la preocupación de perder el trabajo o percibir un menor salario; pero valientemente la esperamos porque para muchos niños y jóvenes, sus maestros somos su único refugio.

Nos asusta porque también es nuevo para nosotros, pero ahora necesitamos más que nunca de la otra mano, la de los padres de familia, así que tenga paciencia, un esfuerzo más; nos estamos preparando para seguir dando amor, esta vez de manera virtual.

Ec. Viviana Briones Peña
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