Pareciera una pesadilla, pero es una realidad. Mientras en Guayaquil hay quienes queman a sus muertos en media calle, en Milagro, pareciera ser que no estamos tan alejados de llegar a ese punto.

Y no se trata de ser alarmistas ni mucho menos amarillistas, pero quien quiera ocultar o negar todos esos hechos que se han viralizado en redes sociales, simplemente no quiere aceptar la realidad.

En los hospitales de Milagro, como mínimo, salen seis muertos diarios por diferentes causas y demostrarlo es tan sencillo como pararse una hora en los exteriores de una de las dos casas asistenciales, para observar los vehículos fúnebres que entran y salen.

El recorrido que hacen es el mismo, cuando el fallecido es de Milagro. Más tardan los familiares en realizar los trámites que en sepultar a su ser querido. No hay tiempo para lamentaciones ni para despedidas como tradicionalmente se lo hacía. Ahora solo son dos o tres deudos y el personal de la funeraria que ayuda a meter el cofre en la bóveda. Después, cuando la pandemia sea superada, quizás haya tiempo para ir a velarlo.

La morgue del hospital del IESS continúa abarrotada de cadáveres. Todos embalados con fundas negras, esperando ser retirados por sus familiares. Y esto no se trata de estigmatizar la atención del Seguro Social, porque sabemos que es algo que se les escapa de las manos a los médicos. Ellos también son seres humanos, sienten, se enferman, se estresan y llevan la gran responsabilidad en sus hombros de atender a pacientes enfermos, con el riesgo de ser contagiados.

En el León Becerra el panorama es similar. Los deudos esperan que su ser querido sea entregado por la puerta que un día fue la entrada principal de ese centro hospitalario y algunos, incluso por la falta de ataúdes en las funerarias, llegan, literalmente, con cajones de madera (foto).

Lamentablemente el sistema de Salud no estuvo preparado para mitigar en algo la pandemia. No por culpa de los médicos, pues ha quedado más que demostrado que a pesar de la crisis, los altos mandos de las instituciones han estado sacando provecho de los recursos asignados para tratar la emergencia.

De ahí las manifestaciones, las protestas y en ciertos casos, hasta la deserción de cierto personal de Salud que opta por retirarse a su casa, antes que seguir luchando en una batalla que saben van a perder.

Conocemos que los insumos médicos empezaron a llegar y ojalá sean distribuidos responsablemente. Solo así y con la colaboración de la sociedad, no saliendo de casa, al menos dejaremos de seguir viendo morgues abarrotadas o muertos incinerados en media calle.

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