Eran cerca de las nueve de la mañana y contrario a estar recibiendo clases, las dos hijas de Rosa Peralta, estaban ayudándola en sus quehaceres domésticos. Las niñas de 9 y 11 años de edad, no pudieron iniciar el periodo lectivo este lunes 1 de junio por la falta de recursos tecnológicos, pues hasta el recinto Manantial del cantón Naranjito, no llega la señal de internet y los ingresos económicos de la familia no alcanzan para contratar un servicio fijo.
A esto se suma que las clases, según lo comunicado días antes por los docentes, serán, durante esta primera semana, de repaso y vía WhatsApp. Ese es otro problema para la madre de familia, ya que afirma que a pesar de haber hecho un esfuerzo por adquirir un teléfono celular, no tiene el dinero para activar el internet móvil.
“Ahorita deben estar en clases en el grupo, pero como yo no tengo, no se qué estarán diciendo. Me tocará después ir a preguntar qué dijeron”, comentó la joven de 29 años.
Todos estos problemas, considerados hace mucho tiempo, pero sin una solución, han hecho que Rosa y su esposo Stalin, decidieran que, si las niñas no “dan ni para atrás ni para adelante”, no estudiarán este periodo lectivo o al menos, hasta que la situación mejore.
“Es que no tenemos una computadora o una laptop. En la escuele me dijeron que desde la próxima semana debemos tener una laptop para que reciban las clases por esas reuniones (refiriéndose a la plataforma Zoom), pero no tenemos ni para el celular”, expresó preocupada, recalcando que para ella y su esposo, la educación de sus hijas no puede faltar, pero dadas las circunstancias, no tienen otra opción.
“Yo quiero que ellas se preparen, que no sean como yo. El mismo director me dijo que si no hay cómo poner el internet, que las retire nomás hasta que todo se normalice posiblemente en agosto”, añadió la joven que no terminó sus estudios primarios.
LA HISTORIA SE REPITE
A unos veinte metros de distancia, vive su hermana Karina. Ella tiene tres hijos y así como Rosa, tampoco estaban en clases. La preocupación para esta mujer de 34 años se agudiza porque está a pocas horas de traer al mundo a su cuarto hijo y tampoco cuenta con los recursos suficientes para darles las herramientas que necesitan sus vástagos para recibir las clases.
“Yo tengo que salir de aquí para que medio me coja la señal. Ya mismo le escribo a la señorita para decirle que no podemos estar conectados porque yo no tengo internet y aparte estoy ya por parir”, expresó.
Los ingresos que percibe el esposo de Karina, bordea los doscientos dólares como jornalero en una bananera y todo ese dinero está destinado a alimentación y otros gastos propios de la casa.
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